MISIÓN


Entregado/as a la Misión
Carta a la Orden Fray Timothy Radclaiffe, o.p

Queridos hermanos y hermanas: Los jóvenes acudían en gran número a la Orden en tiempos de Santo Domingo, porque con su pasión por la predicación, los invitaba a tomar en una parte una gran aventura. ¿Cuál es hoy nuestra pasión y nuestra aventura? ¿Quiénes son los "cumanos" de nuestros tiempos? Nos enfrentamos al reto de fundar la Orden en muchos lugares de Asia, donde vive más de la mitad de la humanidad y nos preparamos para enseñar en China. ¿Hay acaso jóvenes dominicos prontos a estudiar en chino y a entregarse a esta misión sin importarles los sacrificios? En todas partes del mundo el Islam está extendiéndose. ¿Estamos en situación de entablar un diálogo fecundo con esa y otras religiones? ¿Queremos entregar nuestras vidas a todo esto?

Como Domingo tenemos que predicar el Evangelio en las nuevas ciudades, aunque éstas son para nosotros las inmensas mega-urbes en las que habitan un creciente porcentaje de la humanidad. Junglas urbanas como los Ángeles, Sao Paolo, México, Lagos, Tokio y Londres, que son desiertos humanos altamente marcados por el crimen y la violencia, así como por la infinita soledad de los que, rodeados por millones de personas, viven totalmente solos.

¿Cómo entrar en el nuevo mundo de los jóvenes; un mundo cada vez más unicultural, con hambre religiosa y escéptico a la vez, con un sincero respeto a los individuos y desconfiados hacia las instituciones, que no se mueve ante las palabras pero se rinde, fascinado ante la tecnología de la información; un mundo de música y canciones? ¿Cómo podemos entrar en contacto con todo lo vital y creativo de esta nueva cultura, aprender de ella y acogerla para el Evangelio? ¿Cómo ser predicadores de la esperanza en un mundo que con frecuencia es tentado por la desesperación y el fatalismo? ¿Un mundo afligido por un sistema económico, que está minando las estructuras económicas y sociales de la mayor parte de los pueblos de la tierra? ¿Qué Evangelio podemos predicar en América Latina, o en África a medida que la Orden se establece allí, o en Europa del Este donde está renaciendo?¿Por otro lado tenemos la inagotable aventura intelectual de la vida de estudio, en la que batallamos con la Palabra de Dios, con las exigencias de la Verdad, con ese cuestionar y ser cuestionado, con la pasión por saber y entender? (Tema éste que merecería otra carta).

Queridos hermanos y hermanas, si algo podemos estar ciertos hoy día es de que nuestra vocación, como predicadores del Evangelio, es más urgente que nunca (Avila 22). A estos enormes retos sólo podremos responder si somos gente con coraje que sabe romper viejas ataduras y emprender nuevas iniciativas con libertad; gente dispuesta a experimentar y correr el riesgo del fracaso. Una estructura compleja, como lo es una orden religiosa, puede comunicar pesimismo y derrotismo, o ser una red de esperanza, en la que ayudamos a que todos imaginen y creen lo nuevo...

Si hemos de hacer frente a los enormes y atractivos retos de hoy, renovando el sentido de aventura de la vida religiosa, entonces hemos de tratar muchos aspectos de nuestra vida como Orden en cartas sucesivas. Ahora, en ésta, quisiera explorar sólo una cuestión, que he encontrado en todas partes en la Orden a donde he viajado, y es: ¿Cómo pueden los votos que hemos hecho, ser fuente de vida y energía y sostenernos en nuestra predicación?




MISION BERTHA LIGIA


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