TESTIMONIOS Y ENTREVISTAS


VIVIENDO UN TIEMPO PRECIOSO



Hermana Françoise Grangier

El tiempo que me queda, mi oración, mi manera de pensar, es la acción de gracias.” A 96 años, Sr. Françoise Grangier tiene una  mirada lúcida  de la vejez.  Ella responde a Béatrice Soltner.

 Su vejez, Hermana Françoise  Grangier  la vive día a día, como un momento,  pero no  repite a lo largo del día que tiene 96 años. Desde hace 14 años, lucha contra un cáncer de sangre. Mientras que recupera poco a poco fuerza y energía”, abre su puerta a Beatrice  Soltner.

La religiosa pertenece a las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación de la Santísima Virgen, ella vive en el centro de París, con otras hermanas mayores.

En su habitación, hay sobre todo libros, los  de Maurice Zundel  en particular, su maestro espiritual”, que le hizo descubrir la pobreza de Dios”.

 El tiempo que me queda, mi oración, mi manera de pensar, lo vivo en  la acción de gracias. El día nunca se termina para decir gracias: gracias por la persona que me trae la comida, la que me hace una visita Esa es  mi vida.”

El deseo de la vida religiosa

 De nacionalidad franco-suiza,  Hermana Françoise nació de una antigua familia suiza originaria de la región de Gruyere, un gran valle fértil y soleado”. Era muy joven cuando en el espacio de algunos meses, perdió a su madre, luego a su padre. Cuando se pierde a sus padres, uno se dice que algo viene más tarde.” Un drama que “te hace entrarpidamente en la edad adulta”, como ella lo dice, y que muy pronto la volvió sensible a la dimensión espiritual de la existencia.

El tiempo precioso de la vejez

El tiempo de la vejez, Hermana Françoise lo vive “como un tiempo precioso, no porque va a terminarse pronto sino porque es una etapa de la vida donde las cosas se amplían.”

En la mañana, se prohíbe encender su televisor o abrir su computador, ella dedica las primeras horas del día al silencio. Cuatro veces por semana, tiene cita con su fisioterapeuta, luego consulta sus correos electrónicos y navega en Internet. La noche, tengo una debilidad por la emisión 'las cifras y las letras”, para trabajar la mente un poco aún.

Hermana Françoise hace de su vida lo que Maurice Zundel  llama unos minutos estrellados - esta pequeña luz que le dice está en sentido común y que los libera”. Esta mujer que vivió la Segunda Guerra Mundial y que está informada de la actualidad a menudo oscura, cultiva una búsqueda de paz a su escala, que consiste en: nunca,  nunca,  nunca hablar  mal de los otros”.




OBRA DEL ESPÍRITU EN CAMPORREDONDO




REZANDO POR LOS DEMÁS, NOS ACERCAMOS MÁS A DIOS






GENEROSIDAD QUE DIO FRUTO

El 08 de junio de 1984, el Señor me regaló la gracia de ser enviada a la comunidad de Año Nuevo. Ahí debía compartir mi vida de fe. Me integré en la pastoral de una comunidad “Capilla Virgen del Carmen”. La capilla era sólo un espacio con piso de tierra, techo de esteras y unas hojas… pero era el lugar donde la comunidad se reunía para orar.

Gracias al Señor Rodolfo García Regalado y la Hermandad de la Virgen del Carmen, había en el lugar el deseo de acercarse y crecer en la fe.

Monseñor Alfredo Noriega entregó la llave de ese espacio que llamaban capilla y en reunión especial con la directiva de la Hermandad me entregó los planos de la capilla y 100 dólares para iniciar la obra. Era lo que tenían. Se tocaron muchas puertas, unas se abrieron, otras, no; pero, nunca se paralizó el trabajo por falta de material…hasta los niños se inventaron un juego. Al salir de la oración, ahí estaban ellos y financiaban una o dos bolsas de cemento. La construcción se hacía solamente sábados, medio día y domingos, que la gente podía y lo hacían gratuitamente. Fueron lecciones de generosidad, compartir, de ayuda y, en lo profundo, de fe y de amor.

Querían su capilla, habían luchado años por ella para tener un lugar digno para el Señor y su madre, en la advocación del Carmen. Sentíamos que la mano bondadosa del Señor guiaba esta obra porque solamente Él podía hacer lo que veíamos diariamente.

Un ejemplo entre muchos: Vaciar el techo estaba programado para una fecha, faltaba tender la red eléctrica y no había dinero. Era 06 de enero -Epifanía-. En la oración suplicamos al niño Jesús que nos compartiera un poco del oro que le llevaron los magos para terminar el trabajo. Terminado el santo Rosario entraron tres señores que no eran de la comunidad; cada uno entregó algo de dinero y una señora llegó muy agitada, puso en mis manos unos billetes y se fue.

Con el presidente de la junta fuimos a comprar lo que hacía falta para tener electricidad en la noche del 06 de enero y era exactamente el monto, el costo de lo que necesitábamos, ni un centavo más, ni uno menos. Anécdotas como ésta hay muchas, no cabe duda de que la obra era de Dios. Todos colaboraban en la medida de sus posibilidades. Al colocar los ladrillos en el techo, faltaban y un niño vino con una carretilla y me dijo: Vamos, hay gente que tiene en su casa un o dos… nos fuimos y como él conocía, parábamos  donde él decía… nadie nos negó.

Y llegó el día del vaciado del techo, ¡era una fiesta! La gente llegó muy temprano con una alegría que se reflejaba en todo. A las 9 a.m. se inició la tarea con oración,  cantos y mucha alegría. Monseñor Alfredo Noriega estuvo desde el principio. Una empresa había donado unos cuantos m3 de mezcla, luego el trabajo manual de toda la gente… fue un derroche de fe y entusiasmo. A las 12:15 p.m. se colocó la cruz como signo del final de una tarea y de  consagración a Dios.

La Capilla fue bendecida e inaugurada por Monseñor Alfredo. En la Eucaristía participaron las hermanas de la Casa Provincial.

Simultáneamente, se visitaban los enfermos llevándoles la comunión. Como eran enfermos crónicos las familias mostraban cansancio… quisimos entonces dar una respuesta a esta situación. Una familia ofreció un cuarto amplio, se organizaron para responder por días incluyendo que un miembro del grupo se quedara a dormir ahí. Con mucho amor y alegría se buscaron por uno y otro lado camas, colchones…Monseñor Alfredo Noriega obsequió sábanas y frazadas. El grupo juvenil se encargó de lavar, pintar y en dos semanas todo estuvo listo para recibir cuatro enfermas. Fue un día de fiesta en el lugar. Todos querían ayudar, darles la bienvenida.

Tres semanas de amor, oración y cuidados ayudaron a las enfermas a levantar el ánimo y a las familias, a descansar. Se acercaba la Navidad y para que ellas pudieran vivir esta fecha en familia, las preparamos para juntarlas de nuevo.

Pasadas las fiestas de Año Nuevo otras personas fueron acogidas en este pequeño pero amoroso espacio. Luego, fui enviada a Cochabamba…Agradecí y agradezco  al buen Dios por todos estos regalos que diariamente recibía de esta linda gente: su fe, su amor, su generosidad, su entrega…

Hna. Rosa Inés del Sagrado Corazón

Lima, 14 de junio de 2015.



HNA. LETICIA POSADA ZULUAGA

¿Quién es Letty?
Es una manizaleña (Nació en Manizales, departamento de Caldas, Colombia) de 87 años con una mente abierta y siempre en búsqueda. Con 61 años de vida religiosa es una apasionada por la justicia con una clara conciencia de la necesidad de leer y escuchar permanentemente la realidad. Es muy crítica y uno de sus pasatiempos favoritos es la lectura.

¿Cuándo y cómo comenzó su vida religiosa?
En mi juventud en todo pensaba menos en ser religiosa, me apasionaba el estudio y terminados mis estudios secundarios mi mayor ambición era ir a la Universidad, pero encontré una oposición rotunda en mi familia. Empezando por un pariente Jesuita en ese tiempo, rector de la Javeriana en Bogotá. Fue cuando entonces acepté la propuesta de las Hnas. del Colegio de la Presentación de Manizales, donde había estudiado, para retornar y estudiar Secretariado Comercial.

Al regresar una de mis compañeras me dijo: Si has vuelto al Colegio es porque piensas ser monja. Entonces empecé a pensar que no tenía nada de raro serlo y se lo manifesté al pariente Jesuita en una de mis cartas y me contestó: de rato no tiene nada, piénsalo quizás el Señor te está llamando, entonces se entabló una fuerte lucha en mi interior, no veía posibilidades en la Congregación, ya que las veía dedicadas a la docencia y mi mayor anhelo era ser misionera en medio de los pobres, por eso empecé a pensar en las Lauritas.

La Directora del colegio inició su labor vocacional conmigo, pero sinceramente le dije, no me llaman la atención Uds. Yo pienso en ser misionera. Me escuchó mis argumentos con mucha atención y luego me dijo: haz una novena a Nuestra Madre Fundadora y después decides lo que mejor te parezca. La hice con mucha devoción y al terminarla, no pude menos que decirle a la Hna. Directora, Marie Poussepin me convenció. Y empecé mis vueltas para entrar al Postulado en 1951, después de haber trabajo como secretaria un año. Y aquí me tienen, no me ha pesado ni un momento la elección que he hecho. Me siento plena y realizada, Si me tocara elegir nuevamente, elegiría nuevamente ser Hna. Dominica de la Presentación.

¿Cuáles considera los momentos más felices en su vida?
El de mi Profesión que de una vez fue para siempre. Cuando pedí venir a Bolivia y Sr. Marie Bernard du Rosaire, aceptó mi petición, sentí que se cumplía mi deseo de ser misionera y desde entonces amo intensamente a Bolivia, sus problemas son muy míos.

¿Cuáles han sido los mayores obstáculos para una vida realizada?
Sinceramente creo no he tenido mayores obstáculos para mi realización como mujer consagrada. Momentos duros sí, como los hay en todas las situaciones de vida que cuando se superan nos ayudan a crecer y madurar. Sin duda que viví un momento muy duro en mi última obediencia, ya que yo no me ubicaba en la Casa de Retiro, no veía que Misión podía realizar aquí, pero el Señor que escribe derecho en renglones torcidos me mostró cómo aquí podía aprender a aceptar mis limitaciones, y a ver que vale más el ser que el hacer. Que era una oportunidad que El me brindaba para encontrarme más libremente con Él, además podía hallar nuevos medios de ser útil en la misión sin mucho protagonismo.

¿Cómo ve hoy la vida religiosa?
Veo que ha perdido su horizonte profético y místico. Sin mucha atracción para la juventud que ve que lo que hacemos lo pueden hacer también y quizás mejor en otra forma de vida.

¿Qué haría su Fundadora si viviera hoy?
Ella nos mostraría cómo vivir la opción por los pobres de manera más auténtica y comprometida. Sería más creativa para encontrar las formas de respuesta que la sociedad de hoy necesita y espera.

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